Soltar traumas históricos es sanador

TEXTO Y FOTOS: ASOCIACIÓN DE MUJERES AQ’AB’AL (ASDEMUAC)

Las plantas medicinales son parte de la sanación, pues permiten la construcción de una vida en armonía.

En el municipio de Santa Eulalia, Huehuetenango, cantón Cristo Rey, vive Eulalia Diego Pedro, nació el 28 de marzo del año 1950. Con 75 años de edad tiene 7 hijos, 2 hombres y 5 mujeres que ahora son mayores de edad, y un fallecido. Viven en diferentes lugares de Guatemala. Desde su voz, Eulalia nos cuenta su experiencia de participación en los procesos sanación.

Aq’ab’al:
¿Cuál ha sido su experiencia de vida?

Eulalia Diego Pedro: Yo tengo una historia grande, a lo mejor no termina hoy porque he salido de nuestra nación, Guatemala; fui a vivir 12 años en Ixcan Playa Grande Quiche. Por el conflicto armado me fui al refugio en México. Cuando estuve viviendo en Ixcan no me preocupaba nada, solo me ocupaba de mi casa, de mi hogar, de mis que haceres; pero bajo la montaña por el conflicto allí aprendí un poco, allí comencé a trabajar, me eligieron como coordinadora entre miles de mujeres, pero allí sí temblaba, tenía miedo cuando me decían ven hablar, me chiveaba ante la gente porque era una multitud de personas, pero en fin, algunos compañeros que trabajaba con ellos decían “ánimo doña Eulalia”. Allí poco a poco se va quitando el miedo, la timidez, el susto, la vergüenza también, más cuando uno está con el esposo que vas a decir: tú nos victimizas. Cuando llegué a México pensé que allí iba a descansar, ya me liberé, como allí ya no hay nada; pero allí hay más trabajo. Descansé unos dos años y me eligieron como coordinadora del proceso de retorno, allí aprendí todo, yo no tengo estudio solo he pepenado algunas palabras, pero gracias a Dios he logrado aprender. Me decían tienes que ir a las reuniones con el gobierno, presidente, gobernador y embajadores, ellos nos trataban muy mal como indígenas, gracias a las personas que nos orientaron me animé a participar y hablar. Hay malos recuerdos y buenos recuerdos. Hice el trabajo y ganamos el objetivo, por eso tengo a mi familia, todavía estaba mi esposo conmigo, me reclamó por el trabajo que hacía, tuve que enfrentarlo porque él no quería, me regañaba; yo hacía el esfuerzo y mis hijos me apoyaron.

Aq’ab’al:
¿Qué desea para las mujeres?

EDP: Yo me veo porque fui víctima de violencia, por eso cuando llegué aquí a mi comunidad, yo visto a las mujeres muy calladas, muy tímidas; son víctimas de violencia, de maltrato, no reclaman. Por eso pensé, ¿será que no puedo apoyar a esas mujeres? Con algunas platicamos porque vieron que mi problema fue mucho, muchas me dicen: ¿cómo pudiste superar todo ese problema?, por el apoyo de otras compañeras o algunas organizaciones. Pero ustedes no están acostumbradas, pero sí hay que platicar, hay que hablar sobre esto para ver cómo podemos. Tampoco pelear con los esposos, a veces hay comprensión cuando uno platica, poco a poco se va arreglando. Algunos vienen a buscarme en la casa para ver qué hacer, en fin, los que tienen problemas. He acompañado a las mujeres, las patojas, porque hay padres de familia que les dicen a sus hijos: “váyase, no te quiero ver”, entonces los hijos dónde se van, a veces llegan conmigo, lo único es que a veces me dicen ¿y si te van a meter presa? ¿Por qué, acaso yo estoy robando a los hijos? Me integré en las reuniones de la Red de Derivación del Ministerio Publico y allí aprendí un poco de las leyes, así ya puedo llevar a las mujeres, así comencé con mi trabajo, yo quiero que las mujeres no sean víctimas de sus esposos porque hay leyes que nos pueden defender, pero cuando uno no tiene conocimiento… y lo peor es que los hombres amenazan: “si me vas a denunciar te voy a matar”, así fui yo.

Aq’ab’al:
¿En qué le ayudó el proceso de sanación?

EDP: El proceso de sanación me ha dado bastante apoyo desde un principio. Cuando yo era pequeña, mis finados papás y abuelita me dijeron que nos curan las plantas medicinales, antes no había doctor ni farmacia, porque con tanta violencia, tanto maltrato… donde he vivido las plantas me ayudaron bastante. Gracias a la organización de mujeres Aq’ab’al que me apoyó cuando yo sentí el dolor, la vergüenza, el miedo, un trastorno y dolor de cabeza, ya no encontraba cómo sanarme, entonces me integré a la organización de mujeres Aq’ab’al, allí nos dieron la capacitación sobre cómo podemos utilizar más las plantas medicinales, por ejemplo, la ruda cuando sentimos dolor de cabeza, una tristeza; no solo la ruda, los ejercicios, la respiración, también el masaje. La ruda es relajante, se pasa de la cabeza hacia los pies, porque yo la he utilizado cuando me duelen los brazos, el cuerpo o me duele la rodilla y todo, pero en fin, utilicé esto.

LAS MUJERES MAYAS Y LA SANACIÓN

Para el pueblo maya, la sanación es la conexión y comunicación con la madre tierra, nos vio nacer, nos da de comer y nos da una vida saludable. Las mujeres mayas cuidamos la madre tierra, antes no había doctores, el nacimiento de los bebés es sobre la tierra, desde ahí inicia la conexión con la madre tierra. Los abuelos cuentan que cuando tenían alguna angustia, mal humor, tristeza o preocupación, buscaban las montañas, los árboles, los ríos, los gritos de los pájaros, jagualí, comadrejas y muchos animales, cuando regresaban a su casa llevaban alegría porque ya eliminaban esas emociones.

Es importante continuar con los procesos de sanación. Desde la Asociación de Mujeres Aq’ab’al, gracias por el apoyo de Fokus. Como dice doña Eulalia: “seguimos de pie porque LA LUCHA DE MUJERES NUNCA SE TERMINA”.

Para profundizar

Entrevista completa en dos partes.

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